jueves, 9 de abril de 2009

A New Life

Llegó al fin el viaje más esperado por todos los estudiantes, el viaje de fin de curso. Suponía que sería como el despasado año, solo que con gente nueva. Todos se mostraban nerviosos excepto yo. No paraban de saltar, de gritar… por favor solo era n viaje.

Yo ya había dejado mi maleta así que, me dirigí a un banco que estuviera bien alejado de aquellos locos. Me disponía a andar cuando escuché que alguien me llamaba.

-¡Alesana!- gritaba una voz muy desagradable, era demasiado aguda para mi gusto. Tenía demasiadas manías a pesar de tener diecisiete años. Miraba como se acercaba dando trotes. Era Miriam.

-¡Hola!- Estaba cerca y aún así me seguía gritando, además sabía cómo odiaba mi nombre ¿por qué no me llamaba Al?

Tardé un poco, pero la contesté.

-Hola- dije con desgana- ¿qué quieres?

-¿Tienes ya compañera de habitación?-Me preguntó muy simpática.

Era cierto, era nueva en ese instituto así que no tenía demasiada confianza con la gente, y se me había olvidado preguntar.

-No-contesté con la cabeza agachada.

Sabía que ella había notado que me había puesto roja por la vergüenza. Soltó una pequeña risa adorable.

-¿Te gustaría ser mi compañera? Y así nos conocemos más, es que no se nada de ti, y la verdad es que creo que eres muy agradable pero muy tímida.

Había levantado la cabeza, pero, al acabar de hablar la volví a agachar: había dado en el clavo. Cada vez me sentía más roja,¿por qué no me salía nada bien?

-Vale, la verdades que te lo agradezco, se me había pasado jeje.

-¡Qué bien! Ya verás como nos lo pasamos genial.

No sabía por qué pero, estaba realmente agradecida de que me hubiera hablado, y más de que me pidiera que fuera su compañera de habitación.. Como bien había descubierto, era demasiado tímida además, estaba pasando por un terrible momento, así que me hizo un gran favor al hacer que me distrajera. Ella me seguía mostrando su felicidad, y sus ojos verdes… no dejaban de brillar parecían un par de estrellas.

A pesar de todo lo que había pensado, me di cuenta de que no toda la gente era tan egocéntrica. Me preguntó sobre mis gustos y…la sorpresa fue que no se asustó, además coincidíamos en muchos temas. Cada vez me caía mejor pero, nuestra conversación fue interrumpida: teníamos que subir al avión, y me dio bastante pena comprobar que ella no era mi compañera de asiento.

Había previsto que me iba a aburrir, así queme había subido un libro al avión, el cual comencé leer nada más abrocharme el cinturón.

El avión despegó enseguida sin problemas, a los cinco minutos ya estaba todo mi curso levantado. Alcé la mirada y vi como venía Miriam hacía mí, iba tan sonriente como antes, era increíble como en unos minutos habíamos conectado tanto. Cuando llegó donde yo estaba, se sentó a mi lado, y me empezó a susurrar algo.

-Al, esta noche Fran monta una “reunión” ¿te vienes?

Uf Fran, el loco de la clase… no me quería quedar sola, quería conocer gente para olvidarme del pasado pero Fran…no, definitivamente no podía ir, tenía una buena imagen ante los profesores y no había sido fácil conseguirla, así que no la iba a tirar por la borda en una noche.

-No lo siento, pero hoy estaré cansada del viaje así que me dormiré temprano-mentí, pero no me quedaba otra opción.

-Ah-dijo desanimada- es que la gente quiere conocerte, y como me han visto hablando contigo pues…

Me sentía mal por comportarme así, quizás fuera ella la que me ayudara a hacer amigos… Comencé a replanteármelo desde otro punto de vista mientras veía la cara de Miriam, que estaba llena de desilusión.

-Está bien iré pero… no beberé, ni fumaré… nada, solo hablaré e intentaré pasármelo lo mejor posible.

-¡Genial! Muchísimas gracias, ya verás como no te arrepentirás- gritó.

Cuando se quiso dar cuenta estaba todo el avión mirándonos. Miriam sacó la punta de la lengua y sonrió.

No sabía como iba a acabar aquello: yo, una chica que había vivido un año en la “oscuridad”, iba a salir a una pequeña fiesta. No sabía como tenía que comportarme, así que pensé en estar con Miriam, total no había mucho sitio por donde moverse, era una habitación.

Durante el viaje no hice mucho, solamente hablar y la verdad es que me gustaba esa sensación, hacía bastante tiempo que no me sentía así. Fue algo extraño, era un viaje de dos horas y media hasta llegar a Praga, sin embargo, parecía que solo habían pasado cinco minutos. Me sentía bien en ese momento, hasta dejé olvidado el libro en aquella mochila, con lo que me gustaba leer y…era casi imposible pensar que una sola persona había sustituido mi gran pasión, mi vida, pero así era.

Al bajar del avión, todos vinieron hacia mi ¿Qué pasaba? ¿Qué había cambiado ese día? Unos días antes éramos indiferentes, yo no quería saber nada de ellos y ellos no querían saber nada de mí, y ahora se molestaban en conocerme. Aun así, estaba claro que no me iba a olvidar de mi pasado, sufrí mucho y pensaba en guardármelo para mi sola durante el resto de mi vida.

Aparentemente la ciudad era igual que Madrid, pero al salir del aeropuerto, descubrimos que Praga tenía un encanto natural, tanto que hasta el más burro se quedó maravillado. Tenía un olor diferente, un olor indescriptible pero era especial, unos edificios antiguos preciosos y muchísima tranquilidad. Aún estaba mirando maravillada aquella ciudad, cuando alguien me tocó por la espalda.

-¡Ey Al! Me alegro de que vengas esta noche.

Era Fran, llevábamos ya medio curso y era la primera vez que me decía algo, definitivamente algo había pasado y yo no me había enterado. Le dediqué una tímida sonrisa para mostrarle mi agradecimiento e inmediatamente volví a dejar que me inundara la belleza de esa ciudad hasta que empleamos marcha hacia el hotel.

El hotel era lo suficientemente grande como para perdernos, además de ser grande era bastante era bastante antiguo, pero el interior ya lo habían remodelado. Los colores eran tristes, tenía varios tonos grises que te inspiraba melancolía, aquel sitio me encogió el corazón. Todos miramos alrededor pues nos sorprendió que aunque hubieran remodelado las paredes dándole capas de pintura, los muebles seguían siendo antiguos, parecía que habíamos viajado en el tiempo.

Cuando volvieron los profesores con las llaves de las habitaciones, todos corrieron hacia el ascensor mientras yo decidí subir por la escalera, total no pesaba mucho la maleta y solo era un piso. Las escaleras parecían las de un castillo y las cortinas eran de seda roja, me parecía todo realmente hermoso. Aun así subí las escaleras rápidamente y fui la primera en llegar, los demás seguían abajo pegándose por el ascensor.

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