-Será mejor que volvamos ya- dije decepcionada.
Cuando llegamos, ya había algunas personas allí, aun que los profesores aun no habían llegado. Nos pusimos a hablar con ellos durante un rato mientras llegaban los demás. Debería haber hablado antes con ellos porque me caían realmente bien.
Llegaron los profesores y los compañeros que faltaban, una vez comprobado que estábamos todos empezamos a hacer una ruta por la ciudad.
Por la noche, estábamos todos excesivamente cansados así que cada uno se fue a su habitación, la fiesta se dejó para el día siguiente. Miriam se durmió en seguida, sin embargo yo estuve dando vueltas en la cama durante bastante tiempo y cuando ya notaba que me iba a dormir puse el despertador, y en efecto, a los pocos minutos me quedé profundamente dormida.
Me desperté con los primeros rayos del sol, el despertador no fue necesario. No quería despertar a Miriam así que tuve cuidado para coger la ropa. Era un día bastante frío así que debajo de los pantalones me puse unos leggins, que para esos días me venían muy bien.
Pronto dieron las ocho, y en vez de dejar que el despertador del móvil sonara, lo quite y la desperté yo.
-Miriam, venga vamos que tenemos que bajar a desayunar-le dije casi en un susurro.
-Lo se, llevo despierta desde las cinco, no podía dormir, se hasta la hora a la que te has levantado.
-Extrañarás la cama seguramente, así que date una ducha para despejarte.
Me hizo caso, se dio una ducha rápida y nos bajamos en seguida a desayunar. Cuando llegamos abajo solo estaban los profesores así que había muchos sitios donde nos podíamos sentar. Yo, como no solía comer mucho cogí solo un zumo y un donuts, sin embargo, Miriam cogía todo lo que podía. No podía evitar reírme al verla, pero sería porque estaba desconcertada ¿cómo comiendo tanto tenía ese cuerpazo?
Cuando acabó de coger las cosas nos pusimos a desayunar, apenas hablamos pues ambas estábamos aun dormidas al no haber dormido nada durante la noche. Acabamos pronto así que nos subimos a la habitación a coger la mochila con la cámara, el móvil…aún sobraba tiempo así que fui a coger la cajita. Seguía estando como el primer día, la forma no se había deteriorado. Intenté observarla con firmeza, intentando hacerme a la idea de que ya no estaba, pero no podía, era mi mejor amigo y se había ido para siempre. Miriam me vio y se acercó a mí, me giró la cabeza y me quitó una lágrima que recorría mi mejilla.
-No llores Al, comparte todo lo que sabes de él con alguien, desahógate y no lleves el peso tu sola-dijo Miriam con una voz firme y a la vez tierna.
-Él era…-dije entre sollozos- él era fantástico, el mejor amigo que podría tener, siempre estaba cando le necesitaba, si necesitaba un consejo el me lo daba- esas ultimas palabras fueron solamente un susurro porque ya no podía aguantar más las ganas de llorar, y estallé… no paraba de llorar. Miriam no lo pudo evitar y se puso a maldecidse a sí misma y me dio uno de esos abrazos que en un día se habían vuelto muy habituales. Me abrazaba cada vez con más fuerza hasta que se dio cuenta de su fuerza y lo dejó en un simple abrazo normal y corriente mientras me susurraba al oído:
-Tranquila, no llores, yo estoy aquí contigo y jamás volverás a estar sola.
Me fijé en el reloj, me di cuenta de que por mi culpa se nos había hecho muy tarde, cogimos las cosas y salimos de la habitación corriendo. Me daba igual mi aspecto porque, al menos para mí, era más importante que no nos echaran la bronca por llegar tarde porque ya era la segunda vez y las dos fueron por mi culpa.
Al llegar, todos tenían la misma cara que el día anterior, estaban enfadados y no les faltaba razón. Me acerqué a ellos rápidamente.
-Lo siento, lo siento- dije suplicando- ha sido culpa mía y ayer también.
-Vale Al, tranquila, pero que no vuelva a pasar- dijo Fran medio en broma.
Me quedé extrañada, y después me di cuenta… no éramos las últimas. ¿Dónde estaban los profesores? Se suponía que ya debían estar abajo para dar ejemplo, pero no era así. Todos estaban enfadados llevaban esperando un cuarto de hora, y aun así esperamos media hora más, pero seguían sin bajar. Nos pusimos todos de acuerdo y Laura, la delegada, fue a hablar con la recepcionista para ver si habían salido, pero la respuesta fue negativa.
Ya había pasado una hora y nos empezamos a preocupar, Laura de nuevo fue a hablar con la recepcionista por si nos podía dar una copia de las llaves, pero su respuesta volvió a ser negativa. Al no haber otra opción subimos Miriam, Fran y yo a la habitación, pero llamábamos a la puerta y nadie contestaba. Cada vez golpeábamos más fuerte la puerta hasta que Fran terminó cansándose y empezó a intentar a abrirla por la fuerza. Fran tenía más fuerza de la que aparentaba así que con unos cuantos golpes consiguió abrirla, pero allí no había nadie. Entonces ¿dónde estaban? Los tres nos miramos y salimos corriendo hacia el hall.
-No están- dijo Fran asustado.
-¿Cómo que no están?- preguntó Laura- ¡tienen que estar! Sino…
-Ya, nosotros tampoco lo entendemos- dijo Miriam- nos han debido mentir los de la recepción.
La clase entera nos miraba atónita, tampoco sabían que estaba pasando en ese hotel. Laura estaba enfadada, demasiado enfadada como para hacer algo cuerdo, así que se dirigió a la recepción con cara de muy pocos amigos.
-Where are my teacher?- gritó delante de la recepcionista, quien la miraba asustada.
-I don’t know, I promise. We haven’t got their keys, but please quiet- respondió casi llorando.
-Ufff, ok-dijo Laura que parecía haberse rendido.
Se dio la vuelta, parecía que volvía hacia nosotros, pero se paró y se dio la vuelta corriendo, saltó el mostrador y empezó a buscar por todas partes las llaves mientras las recepcionistas llamaban a los guardias de seguridad. Todo el mundo murmuraba sin embargo, nosotros la animábamos. Cuando llegaron los guardias de seguridad y se la llevaron nos dimos cuenta de que ahora teníamos dos problemas. Necesitábamos pensar así que salimos a la calle, no sabíamos como íbamos a sacar a Laura de la habitación donde la habían metido, y lo peor de todo era que seguíamos sin saber el paradero de los profesores.
Después de pensar varias opciones, optamos por la más lógica después de ir a la policía: ir a todos los lugares que habíamos ido el día anterior, pero teníamos hambre así que sería después de comer. Nos fuimos todos a un Dönner, y con la ayuda de algunas personas a las que preguntamos, pudimos llegar a todos los sitios, pero tampoco estaban.
Volvimos al hotel desesperados, y nos volvimos a ir a dormir sin cenar. La búsqueda al día siguiente comenzaría muy temprano, era temprano cuando Miriam y yo nos fuimos a dormir.
-Miriam, ¿qué crees que está pasando? ¿Nos estarán gastando una broma?- pregunté.
-No creo, ya hubieran aparecido- respondió con mucha seguridad- en cualquier caso vamos a dormir que mañana va a ser un día muy duro.
Fueron las últimas palabras que dijo antes de dormirse pero, yo me quedé despierta mirando la ventana. La miraba fijamente pues había luna llena y las estrellas se veían perfectamente, el cielo estaba despejado y me tenía totalmente hipnotizada. Durante un momento me pareció ver una sombra que al instante desapareció, creía que era solo mi imaginación así que me di la vuelta y me dormí en seguida.
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