sábado, 25 de abril de 2009

Die Alive (Part.2)

Veía que no tenía otra opción mas que quedarme, así que asentí y me subí a la habitación mientras Miriam compraba algo para comer. En cuanto entré en la habitación, lo primero que hice fue mirarme al espejo, era cierto estaba muy pálida, pero no tenía fiebre ni me dolía nada. Me lavé la cara y me tumbé en la cama, pensando que todos estaban locos al ponerse de acuerdo con algo que no era cierto. Cerré los ojos y comencé a pensar en todo lo que había ocurrido en ese viaje hasta el momento, y todo lo que quedaba por pasar aun. La puerta se abrió, sería Miriam que ya había acabado de “saquear” comida, abrí los ojos y, efectivamente, era ella pero ¿de dónde eran esas bolsas? No me lo podía creer, había ido a un chino y al Starbucks, hacía tanto tiempo que no comía comida China… y el capuchino sí que fue una verdadera sorpresa.
-¿Cuándo te he dicho yo que me encanta justo lo que has traído?
-Nunca, no ha hecho falta, soy… como decirlo… muy observadora.
Empezó a sacar cosas de las bolsas, sacó una bolsa de patatas y me la dio. La verdad es que si que tenía un poco de hambre, era como si estuviera en mi cabeza. Miré el reloj que rápido había pasado el tiempo, ya era la hora de comer ¿me había dormido cuando creía que solo estaba pensando? Era muy probable. Miriam fue a cambiarse de pantalón, se lo había manchado por la calle, mientras tanto yo me quedé sentada comiendo patatas, me estaba comiendo toda la bolsa sin darme cuenta.
Pasó el tiempo y Miriam no salía del baño, me levanté y fui a ver si la ocurría algo.
-Miriam ¿estás bien?
-Si, es que ya de paso me he duchado y ahora me estoy depilando- su voz sonó poco convincente-por cierto ¿me puedes hacer un favor?
-Claro.
-¿Puedes bajar a por… bebida?
-Vale, ahora vengo.
Cogí el bolso y me bajé a la tienda más próxima. Por el camino no paré de darle vueltas al tono de voz que había tenido Miriam conmigo, no era como la de siempre ¿tenía frío? ¿o quizás miedo? Durante un momento llegué a pensar en cosas terribles, así que decidí olvidarme del tema. Tardé solamente cinco minutos en comprar la bebida, creía que cuando subiera a la habitación ella seguiría en el baño, peor me equivoqué. Cuando entré en la habitación solo se veían las luces de un par de velas al fondo, de fondo se escuchaba Minor Heaven, pero al cerrar la puerta cambió la canción, se escuchaba The Heart Never Lies. Se me calló una lágrima y comencé a andar como pude pues Miriam había bajado la persiana, debía ir hacía la tenue luz de las velas con cuidado. Antes no me había fijado pero, el pasillo era largo o al menos ahora para mí lo era. Ella sola había movido la mesa, las sillas… lo tenía todo preparado pero ¿dónde estaba ella? Miré a mi alrededor pero no estaba, hasta que escuché como la puerta se cerraba tras de mi.
-Oh, ya has llegado
-¿Y todo esto?
-Bueno… es que… como la otra vez fue muy poco organizado…
-Miriam, no hacía falta, además parece una velada romántica en vez de una cena de amigas para animarme.
En ese preciso momento las dos no mirábamos a los ojos, ¿Qué había pasado en ese instante? Desde que tenía uso de razón era heterosexual pero ahora…
Miriam rompió aquel interminable silencio.
-¿Comemos?
Asentí. Sin saber muy bien que hacer en ese momento intentamos hablar de algo, al principio funcionaba pero, Miriam notó mi incomodidad, no era ni por ella ni por la situación, sino por mí. Recogimos todo como la última vez y Miriam se bajó un momento al hall, ya habían llegado los demás. En su ausencia, sin saber el motivo, me fui a la habitación de Fran, y aun sabiendo que no estaba iba a llamar a la puerta pero, algo me detuvo, una voz
-Hola Al, cuanto tiempo.
Conocía esa voz, la conocía demasiado bien como para equivocarme, pero era imposible… no podía ser… David.
Todos esos recuerdos que había querido olvidar vinieron a mí de nuevo, todo el dolor que sentía me volvió a atravesar. ¿Había sido real o solamente mi subconsciente? Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero no había nadie allí. Mientras mi mirada enloquecía vi como aparecía Miriam por la escalera, aquello fue lo último que vi.
Abrí lentamente los ojos, reconocía ese colchón, estaba en mi habitación del hotel, en los pies de la cama, ahí estaba ella, la persona que cuidaba de mi todo el tiempo y que cada vez que la veía mis sentimientos eran más fuertes hacia ella. Miriam no paraba de mirarme, me tenía cogida una mano con fuerza.
-¡Al! ¡Al!-gritaba-al fin has despertado
-¿Qué ha pasado?
-Te quedaste inconsciente y Fran me ayudó a traerte.
-¿Fran?-pregunté sorprendida.
-Si, ¿ocurre algo?
-Mmm… no.
Me di cuenta de que había hecho una promesa, de todas maneras no me hubiera creído, aun que ahora tampoco me estaba creyendo, notó la duda en mi voz, cualquier persona lo hubiera notado. Me miró con desconfianza pero seguía agarrándome la mano, me alegré de ello porque con ella a mi lado me sentía segura. Aun era difícil de asumir para mí, pero mi mente en ese momento solo pensaba en una cosa: la quería, la amaba más que a mi propia vida, pero ella solamente reveía como una amiga y yo la malinterpreté.
Intenté incorporarme pero no me dejó, me volvió a tumbar en la cama, me cogió de las muñecas, cada vez estaba más cerca de mí, notaba su aliento sobre mi rostro, casi estábamos rozándonos cuando llamaron a la puerta. Miriam se levantó lo más rápido posible y abrió la puerta, no era ninguna sorpresa, nos esperábamos que vinieran Fran y Laura. Apenas dejaron abrir la puerta para poder entrar, empujaron a la pobre Miriam hasta llegar a mí.
-¡Al, estás despierta!-gritó Laura
-Estábamos muy preocupados.
No me esperaba esa reacción de Fran, creía que su personalidad también había cambiado pero me equivoqué. Sus ojos entristecidos me atravesaban una y otra vez, tenían un color ámbar del que solo yo sabía su verdadero origen, los demás pensaban que eran unas simples lentillas.
Mi rostro mostraba cierta decepción, me alegraba que se preocuparan por mí pero, habían destruido un momento clave. A pesar de ello, les dediqué una leve sonrisa. Notaron la tensión en el ambiente en seguida, era difícil no notarla, nos miraban a las dos como si de un partido de tenis se tratara.
-¿Hemos interrumpido algo?-preguntó Fran
-Interrumpir, interrumpir… un poco la verdad, pero da igual estabais preocupados por ella.
Fran se olía algo pero Laura, para que nos vamos a engañar, era un poco “cortita”, y aun que sabía que pasaba algo, no sabía el que.

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