jueves, 9 de abril de 2009

A New Life (Part.2)

Entré en la habitación, la cual era igual de melancólica que el hall, pero me encantaba, era todo muy…gótico, si esa es la palabra adecuada, era precioso aquel lugar. Las camas daban lástima deshacerlas, al igual que abrir aquel armario de aspecto descomunal, ahí cabía mi ropa y la de 20 como yo, estaba todo tan perfectamente colocado, que era para hacerle una foto. Entonces me acordé, la cámara estaba en la mochila. Abrí la mochila, y después de mucho buscar, finalmente la encontré. Fui hacia la puerta para hacer una foto a toda la habitación. Ya estaba preparada cuando, alguien abrió la puerta y me dio en la cabeza. Solo podía ser una persona: Miriam
-Oh Al, lo siento mucho de verdad- dijo asustada
-Aiss- me quejé- no asa nada pero la próxima vez ten más cuidado
-Si, si tranquila pero… ¿qué hacías?
-Es que… me encanta la habitación, es preciosa y la iba a hacer una foto
-Ups lo siento, hazla ahora, ya no corres peligro
Las dos nos empezamos a reír, era la primera vez queme reía desde hacía mucho tiempo. Nunca hubiera imaginado que Miriam me haría reír, que fuera tan divertida, pero seguía extrañándome que me hablaran todos, porque aunque estuviera contenta, quería saber la verdad y si solo era una broma, necesitaba quitarme la venda de los ojos.
-Miriam, te… ¿te puedo preguntar algo?-pregunté con al voz temblorosa, en realidad no sabía si quería saber la verdad o no.
-Pues claro-dijo sonriente- pero ¿es algo malo?
-¿Por qué ahora me habláis todos? ¿Es parte de una broma?
-Pero, ¿cómo puedes pensar eso? A ver, ha sido la primera oportunidad que hemos tenido para hablar contigo, en clase huyes y aquí no puedes escaparte jaja- contestó
Parte de razón tenía, pero me seguía pareciendo muy raro.
Miré el reloj, marcaba las 14:30 ¿a qué hora comeríamos? Estaba muerta de hambre porque no había desayunado nada. Para hacer tiempo, comenzamos a guardar la ropa en el armario, y sacamos todo lo que llevábamos en la maleta. No lo recordaba, pero me metí una cajita negra en forma de rosa, era preciosa y Miriam se fijó atentamente en ella.
-¡Hala que bonita! ¿Dónde te la has comprado?
-Es…es un regalo- dije con tristeza al recordar el pasado
Miriam se dio cuenta de mi cambio de humor, y no le gustó nada, podía observar su preocupación. Se acercó a mí con cuidado y me abrazó.
-¿Qué te pasa?-me preguntó preocupada- aun que nos conocemos desde hoy, por así decirlo, puedes contar conmigo para todo.
Vi en sus ojos que hablaba con sinceridad, pero ¿y si me equivocaba? No quería contarle a nadie mi estado de animo, pero porque nadie me había demostrado que podía confiar en ellos, aun que quizás este caso era distinto y podía contarle todo lo que ocurrió, cual era la razón que me atormentaba desde hacía un año. La volví a mirar, seguía esperando una respuesta, lo veía en sus ojos. No estaba segura, pero pensaba que probablemente fuera Miriam la que cambiara mi estado de ánimo, la que me ayudara a empezar una nueva vida, esa vida que había estado esperando.
Miriam se empezaba a impacientar, se sentía impotente porque sabía que me pasaba algo pero no sabía el que, seguramente era muy frustrante para ella.
Me senté en una de las camas, el colchón estaba en perfectas condiciones, a continuación le hice un gesto para que se sentara conmigo. Casi a la vez que lo hacía se sentó a mi lado rápidamente y me cogió una de las manos con una mano mientras me acariciaba el rostro con la mano libre que le quedaba.
-¿Me lo vas a contar?- preguntó casi suplicando
-Si, pero no es fácil. Eres la primera a la que se lo voy a contar.
-Intentaré ayudarte en todo lo que este mi mano- me apretó con fuerza la mano.
Ella estaba haciendo un gran esfuerzo al escucharme, pues no se lo estaba poniendo demasiado fácil para comprenderme.
-Yo…-comencé- yo tenía un amigo, se llamaba David, y hace aproximadamente un año… se…se suicidó- esta ultima frase se escuchó en un susurro, se me quebraba la voz al pensar en aquello.
La pobre Miriam se quedó blanca, bueno más blanca de lo que era habitualmente… notaba como se le habían puesto los pelos de punta y su larga melena dio un golpe de aire. Solo había pasado un segundo y ya me estaba abrazando. Aun que se lo había contado, seguramente seguía sin saber que hacer, tampoco yo sabía que decirla así que la abracé yo también. Parecía que la afectaba más que a mí, me abrazaba con fuerza, como si no me fuera a dejar separarme de nuevo. Escuchaba su sollozo entre mi pelo, y no pude evitar derramar algunas lagrimas, aquel momento tan triste se rompió cuando llamaron a la puerta.
-¡Chicas, venga que nos vamos a comer!- dijo Fran
Nos separamos y nos quitamos las lágrimas que aun se veían en nuestras caras. Entramos En el baño para lavarnos la cara un poco y arreglarnos, estábamos completamente horribles. Al ver que ya teníamos un aspecto decente cogimos el dinero y salimos de la habitación. Durante el camino hasta el hall, nos mantuvimos ambas en silencio, ninguna quiso hablar del tema, pero veía como Miriam quería decirme algo. Cuando llegamos abajo, todos nos miraban con mala cara, les habíamos hecho esperar demasiado. Ya estábamos todos así que en cuanto llegamos al centro de la ciudad, los profesores nos dieron libertad para ir a buscar un sitio para comer con al condición de que a las 17:30 estuviéramos todos allí. Querían que todos fuéramos al mismo lugar, pero Miriam y yo nos separamos del grupo, sería todo más fácil. Nos fuimos a un McDonnalds que había cerca y nos pedimos un menú cada una, bueno en realidad los pedí yo ya que Miriam no se llevaba muy bien con el ingles. Cuando nos sentamos el ambiente se había relajado y volvimos a hablar como antes.
-Lo siento no debería haberte hecho hablar del tema, pero quería ayudarte y al final mira como me he puesto.
-No pasa nada, te entiendo, además eres la primera persona a la que se lo cuento y yo tampoco sabía como comportarme, así que no me sorprende tu reacción, además no es un tema del que se hable todos los días.
-Y aquella caja… ¿te la regalo él?
-Si, es el único recuerdo queme queda de él… pero tranquila no lo voy a perder.
No hablamos más sobre aquel tema, nos pusimos a comer, mientras nos reíamos de una mancha que había en la pared que era similar ala cara de un cerdo. Acabamos pronto de comer y queríamos hacer algo antes de volver. Estuvimos mirando tiendas hasta que encontramos una en la que, definitivamente, teníamos que entrar: una tienda gótica. Solamente con mirar el escaparate se nos hacía la boca agua, era increíble. Nos miramos mutuamente y entramos.
La puerta era completamente negra, en ella había unos cristales rojos que parecía que estaban hechos con sangre, un escalofrío nos recorrió el cuerpo. Una vez dentro vimos una tienda lúgubre y muy ordenada. La dependienta, quien nos miraba con atención, tenía el cabello rojo como el fuego y unos ojos ámbar que hipnotizaban con solo mirarlos una vez, pero tanto Miriam como yo sabíamos que eran lentillas. Empezamos a curiosear ropa, música… hasta que encontré un colgante precioso, era de cristal y dentro tenía un líquido azul bastante extraño, me encantó así que no lo pude evitar y me lo compré. Nada más salir de la tienda me lo puse, me fijé n que en la bolsita la dependienta había metido un papel. Lo iba a leer cuando me di cuenta de la hora: 17:15.

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