jueves, 25 de marzo de 2010

Miriam's Ghost (Part.2)

Con los pies en tierra, la oscuridad se había marchitado, varias antorchas sobre pedestales de piedra iluminaban el recinto. Las paredes agrietadas daban la sensación de que en cualquier lugar ese lugar se vendría abajo. Al contrario que las paredes del resto del castillo, las paredes no eran sobrias sino que estaban decoradas con largas enredaderas. Escuchábamos el eco de unas voces gritando, voces muy familiares que al ser tan fuertes desprendían trozos de roca de la pared. Sorprendidas avanzamos corriendo por el único camino que había siguiendo las salpicaduras de sangre que había en el suelo. Miriam comenzó a ponerse nerviosa al oler la sangre, ese olor metálico recuerdo que me dijo que la ponía siempre muy mala, seguramente se refería a que era hemofóbica, por ello debía sacarla rápidamente de aquel lugar. Agarré su mano y comencé a tirar de ella aumentando la velocidad de nuestro paso; sin embargo cuanto más avanzábamos más sangre había. Rompí la parte de debajo de mi camiseta en dos trozos, corté lo necesario para taparle la nariz y los ojos y lo suficiente para que no se me viera nada, por unos minutos pensé que nos serviría y, efectivamente, parecía que mi improvisada idea funcionaba por lo que volvimos a aumentar el ritmo. El camino se volvió estrecho, tanto que no podíamos ir una al lado de la otra sino que debíamos ir agarradas pero en fila india. Las voces se oían con más fuerza, más intensas. Miriam corría exhausta, el tener un trozo de tela podía ser la causa, aún así no podía arriesgarme a quitársela, no quería que se me cayera desmayada. Nuestro paso de nuevo se volvió más lento para hacerle el camino más fácil. El sendero parecía interminable, tanto Miriam como yo no podíamos dar ni un paso más por lo que caímos al suelo. Con dificultad miré hacia el frente y descubrí como a pocos metros de ahí un arco de piedra de gran altitud mostraba la salida. Nos levantamos con dificultad hasta llegar a él y le quité ambos trozos de tela a Miriam para que pudiera ver y respirar a gusto. Las voces se escuchaban en la habitación que había tras ese arco y nos sentamos en el suelo. La voz grave de James hacía que todo retumbara, a este paso se nos caería todo encima, ese hombre jamás haría nada bien, primero mató a la persona que amaba y después intentó matarme a mí con esos gritos, bien es cierto que en ninguna de las dos ocasiones fue intencionado, pero en cualquier caso el fin no justifica los medios. Miriam y yo nos colocamos cada una a un lado del arco y nos asomamos cuidadosamente.

Lo primero que conseguía avistar fue los cuerpos de Kyo y Hachi tendidos en el suelo. Mi primer impulso fue correr hacia ellos, afortunadamente Miriam estaba ahí para retenerme. No sabía si estaban vivos o muertos pero no tenían muy buen aspecto. A escasos metros de ellos se encontraba James empuñando una espada dorada. Shallow se situaba alejada unos metros de James con el arco tensado hacia un objetivo. Tanto Shallow como James, independientemente de su lejanía, se encontraban frente a la misma persona, un hombre de edad avanzada sentado en un trono color marfil que les miraba con la cabeza un poco inclinada hacia abajo. Ese debía ser Reik, aunque me lo imaginaba bastante más joven como es el caso de James. Parecía un anciano enfermo en sus últimos días, tenía un aspecto lamentable.

-¿Ese es Reik?- me susurra Miriam

-Debe ser, porque sino… ¿quién es?

Miriam asintió no muy convencida, seguramente permanecía dudosa de que ese hombre tan mayor supusiera tanto peligro y que tuviera a tantos hombres y mujeres bajo su mandato, y no era para menos, yo también pensaba lo mismo.

James y Shallow continuaban apuntándole con sus respectivas armas, pero Reik ni se inmutaba, solamente les miraba con el rostro serio, yo diría que incluso cansado. A Shallow le empezó a temblar el brazo ¿cuánto tiempo llevaría así? Debía estar muy cansada para que se le moviera el brazo de esa manera, pero ¿por qué no disparaba?

Reik miró hacia el arco de piedra, ¿nos había descubierto? ¿Cómo? James nos enseñó como ocultarnos de un vampiro y lo practicamos durante día hasta que finalmente lo conseguimos. El anciano sonrió levemente.

-Vaya, parece que tenemos compañía-anunció con voz grave

-No… no puede ser-dijo James asustado- en este momento… justo ahora…

Reik movió la mano velozmente e hizo que el arco empezara a desprender fragmentos de piedra sobre nosotras, se iba a derrumbar. Sin pensarlo dos veces entramos en la habitación, como quien dice, entramos en la boca del lobo. Por las prisas ambas caímos al suelo de rodillas. Mantuvimos la cabeza agachada por el miedo durante un buen tiempo, no nos atrevíamos a levantarla, el miedo nos lo impedía. No se escuchaba ningún ruido excepto la respiración entrecortada de Miriam y los fuertes latidos de su corazón, a ese paso se le saldría. Cuando me calme lentamente fui alzando la cabeza, lo primero y último que vi fue los pies de Reik, me detuve cuando alguien comenzó a aplaudir. Al escuchar esas palmas me quedé atónita.

-Lo ves James, estas dos personas me rinden pleitesía, son inteligentes y prefieren vivir.

-No seas tan ingenuo, ellos jamás se someterán a tu voluntad ni aunque les obligases. Les conozco mejor que tú.

-Lo dudo mucho, el pequeñazo ese ha estado bajo mi mandato durante dos años.

James soltó una carcajada.

Si tan bien le conocieras sabrías que ese no es David.

-¿Qué tonterías estás diciendo?-pregunta nervioso.

-Lo que oyes, ese no es David aunque lo parezca.

Sentí la fría mirada de Reik sobre nosotras, preguntándose si James decía la verdad o no. Su mirada en mi nuca me ponía nerviosa, no lo soportaba por lo que levanté la cabeza y le miré a los ojos sin mostrarle ningún temor aunque lo tuviera. No sabría como explicar lo que sentí cuando esa mirada atravesó la mía; si ya estaba atemorizada su mirada hizo que lo estuviera aún más. Tenía tanto miedo que no era capaz de mover ninguna parte de mi cuerpo. Miriam continuaba con la cabeza agachada, temblando. Desvié mi mirada hacia James, el rencor había disminuido algo pero solamente porque la veía de nuevo junto a mí pero en cuanto se tuviera que marchar de nuevo no se lo que pasaría. Mi compañero continuaba empuñando la espada dorada y comprendí el por qué no le atacaban, él era muy poderoso y por mucho que le intentaran ocultar sus pensamientos, él los leería y se adelantaría a sus pasos.

Reik se levantó de su trono y se acercó a mí con lentitud, me agarró de uno de los brazos y me elevó.¿De donde había sacado tanta fuerza?

-¿Y tú quién eres jovencita?

-¿No lo sabes?-pregunté sorprendida- Vaya y yo que creía que lo sabías todo…

-No te rías de mi niña, te exijo que me lo digas.

- Si quieres saberlo averígualo tú solo, no pienso decirte nada.

-Eres una niña muy impertinente ¿lo sabías?

-Claro que lo sabía- le contesté con una sonrisa- pero… está bien… te propongo que hagamos un trato, te revelaré mi identidad si me contestas a unas preguntas. ¿Aceptas?

Creía que no tomaría en consideración mi propuesta y que la rechazaría de inmediato, sin embargo se mantuvo pensativo unos instantes. Alternaba la mirada entre Shallow y James ¿Había hecho bien arriesgándome tanto? Miriam me miraba de reojo, continuaba con la cabeza agachada y los brazos temblorosos, como siguiera apoyada en ellos se estamparía contra el suelo.

Reik se aclaró la garganta para captar mi atención.

-¿Qué deseas preguntar?-dijo resignado.

-Primero, ¿Hachiko y Kyo están muertos?-tragué saliva de forma exagerada.

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