viernes, 17 de julio de 2009

Past Story (Part.2)

James y yo posamos nuestras miradas en el otro, su cara no era la de siempre, ahora reflejaba pesar, abatimiento… me tiró la planta y levantó su mano en signo de espera.

El suelo comenzó a agrietarse y sin dejar que pasara mucho tiempo se terminó de romper. Una parte del suelo se separó de la otra, James estaba en la que se iba hundiendo. Corrí hacia él para salvarle y le cogí del brazo y empecé a tirar de él, pero el pesaba más que yo y me arrastraba con él.

-Suéltame-gritó

-¡No!

-¡Te matarás!

-Lo siento pero yo no pienso como tú, si veo a alguien que se cae le echo una mano.

-¡Al, esto no puede matarme!, o ¿acaso no lo recuerdas?

-Da igual, te quiero demostrar que me arriesgo por la gente y para que veas que puedes confiar en mí.

James se soltó de mi mano y se agarró en un borde que sobresalía, con un leve impulso llegó justo donde yo estaba. Nadie podría afirmar viéndolo en ese momento que había estado a punto de caer por un acantilado. No tenía ni un rasguño, ni estaba sucio, parecía que acababa de llegar.

La planta estaba en mis pies, pero de repente cuando fui a cogerla desapareció; James me la estaba ofreciendo.

-Gracias, pero no deberías haberte arriesgado tanto para obtener mi confianza, no olvidaré lo que has hecho.

Aunque había estado a punto de morir me sentía feliz, había conseguido lo que me proponía desde un principio: ganarme su confianza.

El camino de regreso a la casa fue mucho menos pesado ya que no había que subir ninguna cuesta además, tuve una buena conversación con James sobre lo que había pasado. Cuando llegamos Fran seguía en la habitación, apartado del resto del mundo, y Margaret estaba esperándonos en la cocina.

-Vaya, lo habéis traído.

-¿A caso lo dudabas?-dijo James.

-Sinceramente… si.

James le echó una mirada amenazadora, me cogió del brazo y nos fuimos a la habitación con Fran. Me tumbé en el suelo mientras James daba vueltas por la habitación, se le veía nervioso. Fran se acercó a él y le paró poniéndole una mano en el hombro, le susurró algo en el oído y James, algo más tranquilo, asintió. Sin pensarlo dos veces me levanté para informarme de lo que pasaba pero, Fran se marchó.

-Nos vamos ya-dijo James.

Me acerqué a él con rapidez y salimos a la vez por la puerta. Desde el accidente en el acantilado, teníamos mucho más apego, ya no se mostraba tan frío y distante como antes. Cuando llegamos a la cocina vi como Margaret había preparado una bolsita con comida para mí, me sorprendió gratamente que me la diera en mano, no era muy común en ella.

Salimos de aquella casa hacia el este, llevaba la bolsa en la mano, nuestro paso era tranquilo, Fran aun no me había cogido así que supuse que no teníamos prisa. Pero eso no evitó que me pusiera a pensar en como estaría mi amigo en ese momento. Al mismo tiempo pensaba en Miriam, ¿qué estaría haciendo? ¿se habría olvidado ya de mí? Me sentía agobiada con esas tontas preguntas, finalmente no pude más y me paré.

Fran dio media vuelta y vino hacia mí. Me sentía totalmente hundida hasta que Fran se agachó y me miró a los ojos. Sus ojos alentadores tenían ciertos rasgos de dolor, parecía que mi propio dolor se estaba reflejando en ellos.

-Anímate-dijo sin apartar la mirada.

Me sonrió calidamente, intentando hacerme pensar que no ocurría nada… y casi lo consigue pero en lo más profundo de mi ser aun conservaba dolor.

Continué andando, esta vez no iba sola, Fran se había quedado a mi lado y caminaba junto a mí, James se encontraba un poco más adelante, nos esperaba algo nervioso. Cuando nos encontrábamos un poco más cerca de él pude observar que sus ojos también estaban algo tristes, pero no me dio la oportunidad de preguntarle el motivo, en cuanto llegamos a él continuamos el viaje.

Mi cuerpo lentamente iba adaptándose a ese ritmo de vida que tendría que seguir durante algún tiempo más, ya no me cansaba con tanta rapidez y mi cuerpo se había acostumbrado a comer poco.

Ya no atravesábamos ningún bosque, era todo campo abierto. Anduvimos durante horas y aunque me había acostumbrado, no podía evitar ser humana. Tenía hambre, entonces me acordé de la bolsa que me había dado Margaret, se trataba de unas galletas que tenían una pinta excelente. Estaba a punto de meterme una en la boca cuando, una mano me retuvo. Era James.

-No te comas eso.

-¿Por qué? Tengo hambre.

-Si tienes hambre, yo cazo algo para ti, pero no te comas eso

-¿Pero por qué?-pregunté casi desesperada.

-¿No quieres morir, cierto?

Al escuchar esas palabras noté como mi cara iba palideciendo lentamente. No creía que me fueran a matar esas galletas, pero si James lo decía alguna razón habría. Rápidamente, antes de que cambiara de opinión, James me quitó la bolsa de galletas y la tiró al suelo. Los animales cercanos comenzaron a acercarse a ella, pero la más rápida fue una ardilla que se abalanzó sobre la bolsa antes que los demás. Cogió una galleta y la empezó a mordisquear. A los pocos minutos, la ardilla murió. Comprendí entonces que eso era lo que James pretendía evitar. Me acordé de Margaret el primer día que la vimos, no era muy simpática pero tampoco pensaba que me quisiera matar.

-Gracias, no sabía…

-Eres una buena persona pero… demasiado confiada. Ten los ojos más abiertos.

James desapareció durante unos segundos, cuando de nuevo le tenía al lado tenía un animal entre las manos. Era otra ardilla, la veía tan indefensa y aun con vida, que tuve que rechazar la comida. Comprendiendo mis sentimientos James la dejó libre.

Fran estaba en silencio, fue él quien prosiguió el camino el primero, nunca había hecho eso ¿se estaría volviendo responsable? Al ver que no le seguíamos nos miró, parecía enfadado, de un momento a otro su humor había cambiado. No entendíamos que le ocurría pero decidimos no provocarle.

El camino con James se me hizo más ameno de lo que esperaba, ya no mostraba ese toque serio, era agradable poder hablar con él

-James ¿puedo preguntarte algo?

-Sabes que sí

-¿Por qué actuaste así cuando apareció Marluxia?

Se quedó más pálido de lo habitual, peor no contestó.

-Por favor, contéstame.

.Yo antes… no era tal y como me conoces… Al, hay cosas de las que no estoy orgulloso.

-Da igual, cuéntamelo.

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