martes, 3 de noviembre de 2009

Reik’s Castle: 1st Floor (Part.1)

Nunca hubiese imaginado que ese tipo de viajes fuesen tan movidos, me sentía un poco mareada, era como si me hubiera montado muchas veces seguidas en la montaña rusa. Hachiko y James se acercaron a mí y me sujetaron, estaban viendo lo mismo que yo: en cualquier momento podría caerme al suelo.

-¿Estás bien Al?-preguntó James- debí haberte advertido, o sino Hachiko.

-Solo necesito sentarme un poco- dije con la voz algo sofocada.

Padre e hija me ayudaron a sentarme. Poco a poco las cosas dejaron de moverse a mi alrededor, hasta que finalmente todo se paró y pude levantarme sola. Una vez que estaba en pie, alcé la cabeza y abrí los ojos más de lo normal. Un castillo majestuoso se encontraba frente a nosotros. Sus tonos grises eran fríos, muy propio de un vampiro. Tenía infinidad de ventanales por los que podría entrar y salir una persona tranquilamente.

Dos manos frías y suaves me tocaron el rostro desde atrás.

-Vamos-dijo James.

Mi amigo se adelantó mientras su hija y yo nos quedábamos atrás. James se paró y giró la cabeza cuidadosamente, sus ojos inexpresivos nos miraban fijamente, llegué a intimidarme por él, pero antes de que esto ocurriera comenzó a reírse.

-Aquí no tenéis nada que temer… aun.

Un escalofrío recorrió mi espalda, y tal y como actuó Hachiko, a ella le ocurrió lo mismo. Anduvimos hasta alcanzar a James, quién se encontraba frente a un gran portón. Las puertas se abrieron ante nosotros, pero detrás… no había nadie. No desconfié en aquel momento, pensé que había sido James puesto que Hachi no parecía sorprendida de aquello. Con las puertas cerradas, parecía un lugar frío, como si nadie habitara allí desde hacía cientos de años, pero una vez que estábamos dentro no solo parecía frío, había algo más… una sensación de que todo lo que nos rodeaba tenía algo malvado. Hachiko y yo nos cogimos con fuerza la mano, claramente ella tenía más fuerza que yo por lo que apretó de una manera más suave que yo a pesar de estar atemorizada también. James no cambió su expresión seria desde que se abrieron las puertas del castillo, estaba serio, más serio que nunca, casi parecía que estaba enfadado.

-Ya no hay marcha atrás.

Sus pasos eran lentos y silenciosos en aquel lugar, nunca le había visto tan precavido.

Una larga escalera de piedra estaba situada al fondo, estaba anexionada a la pared. Me acerqué a la escalera separándome de James y Hachi, tenía curiosidad de saber lo larga que era, me decepcioné al comprobar que no veía el fin pero al mismo tiempo fue realmente asombroso. No percibí el momento en el que mis amigos se pusieron a mi lado, aun así cuando giré la cabeza ahí estaban.

-No te separes de mí- dijo James mirando a nuestro alrededor.

Hachiko no abría la boca en ningún momento, estaba realmente rara. Su padre la tenía cogida del brazo con fuerza mientras caminábamos hacia el centro de la habitación, parecía que la retenía contra su propia voluntad.

Tres puertas estaban a nuestro alrededor, James se adelantó hacia una de ellas soltando a Hachiko y dejándola a mi lado, más concretamente se acercó a la puerta de la izquierda. Hachiko y yo le seguimos pero James se giró y dijo:

-En seguida vuelvo.

Aceptamos su decisión sin oponernos, nos quedamos allí quietas como dos buenas chicas. De vez en cuando escuchábamos gritos de terror que provenían de la puerta por la que había entrado James. No mucho más tarde, regresó.

-Venid.

Hachiko y yo nos volvimos a coger la mano la una a la otra con fuerza. Atravesamos la puerta con cierto temor y una vez dentro de la habitación, se cerró a nuestras espaldas.

El suelo estaba lleno de gente muerta, seguramente aquella masacre la había organizado James. A nuestra izquierda se había una gran cantidad de antorchas mientras que a la derecha estaba todo lleno de celdas, algunas vacías y otras con cadáveres, pero estaban todas abiertas. James se dio la vuelta y me miró.

-Al, lo lamento- dijo mientras agachaba la cabeza.

-¿Qué ocurre?

Me fijé en las celdas con los cadáveres, me acerqué a ellas una por una y finalmente comprendí que eran los cadáveres de mis profesores, habíamos tardado demasiado respecto a ese tema pero al fin el asunto estaba resuelto. Inmediatamente salimos de aquel lugar, me sentía muy confusa al ver esos cadáveres y el olor a putrefacción me estaba mareando. Hachiko se mostraba realmente nerviosa, James agarraba sus hombros y la agitaba con fuerza.

-¡Hachiko contrólate!-exclamaba James- resiste, yo estoy contigo.

Quería echarle una mano a James pero o sabía si sería lo correcto, no sabía que le pasaba a Hachiko y me estaba agobiando solo con verla.

James salió corriendo de allí soltando a Hachiko, no supe muy bien a donde fue. Hachiko cayó al suelo y empezó a tener convulsiones. Corrí hacia ella para auxiliarla cuando escuché a James en mi cabeza.

-¡Al, vete de ahí ahora mismo!- gritó.

Miré a Hachiko quien seguía con su cuerpo descontrolado pero, algo cambió, ella empezó a cambiar. Su aspecto ya no era el de una hermosa chica sino, más bien, cada vez se parecía más a un perro. Empezaron a aparecer unas orejas puntiagudas, un hocico mojado, un rabo y unos dientes grandes y afilados. Hachiko se levantó de un salto sobre sus cuatro patas y se tiró a mi pierna, desgarró con facilidad mis pantalones, si me mordía de nuevo me arrancaría la pierna. Cuando fue a morderme de nuevo, un golpe de aire la tiró lejos de allí, sin embargo se levantó con facilidad y corrió de nuevo hacia mí. No paré de gritar su nombre para que me reconociera y parara, pero no funcionó, aquel perro seguía corriendo hacia mí enseñándome sus dientes. Ya la tenía casi encima cuando se frenó, conforme pasaba el tiempo cada vez entendía menos su comportamiento.

-Te ha reconocido, buen trabajo- dijo una voz profunda que no reconocía.

Un chico pelirrojo apareció de la puerta del medio. Llevaba puesta una camiseta negra de manga corta y unos pantalones verdes anchos, su particularidad era que iba descalzo pero sino, parecía un adolescente normal y corriente. Fue acercándose a mí con pasos silenciosos y elegantes, era realmente agradable verle andar de esa manera. Mientras le miraba, James apareció a mi lado.

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