domingo, 17 de mayo de 2009

The Beginning (Part.2)

James nos miraba atentamente, se le notaba preocupado, quizás le estaba haciendo perder un valioso tiempo. Alcé la cabeza y le mostré mi mejor sonrisa a Fran, cada vez me resultaba más fácil mentir sobre mi estado de ánimo, aun no sabía si era una cualidad o un defecto. Me coloqué la mochila y me puse frente a la puerta, ya estaba preparada. Ambos me miraban con atención y empezaron a reírse de nuevo, esta vez no sabía el motivo pero, me dejaba ver que todo el miedo que le tenía a James había desaparecido.
-¿A dónde vas tan deprisa?
-A por David,¿a caso lo dudabais?
-No corras tanto-dijo Fran riéndose-debemos saber cómo está la situación, además…
-¿Además que?
-Bueno… debemos ir a buscar a más gente, como ya te he dicho son demasiados vampiros.
No entendía nada, si faltaba gente ¿por qué se entretenían? No sabíamos que le podrían estar haciendo a David, me sentía impotente pero, para variar ahí estaba Fran para animarme, en esta ocasión también intervino James.
-Tranquila, David está bien- dijo Fran
-Solo está encerrado allí, tenemos que ayudarle a salir, además… ¿has visto la hora qué es?
Miré en seguida el reloj, marcaba la una menos cuarto, lo había pillado, me enviaban a dormir. Miré por todas partes para ver donde podía dormir, James me paró.
-Arriba tienes una habitación, o si lo prefieres puedes dormir en el sofá.
Opté por la primera opción, me despedí de ellos y subí las escaleras. Aquellas escaleras parecían no tener fin. Solo había una puerta al final del pequeño pasillo, cuando entré no me encontré con nada extraño, me pareció raro ya que la casa pertenecía a un vampiro, o al menos eso creía que era. Fran no me lo había confirmado, pero lo supuse por sus rasgos. Me tiré encima de la cama, entonces fue cuando me di cuenta: la maleta se había quedado abajo. Un ruido me sobresaltó, era la puerta. Cuando abrí encontré a Fran con mi maleta.
-Creo que la vas a necesitar.
-Gracias.
Sin decir nada más se marchó, se lo agradecía verdaderamente ese gesto, de repente me di cuenta de que si fallaba algo ¿y el cuarto de baño? Oh en menudo sitio me había metido, una casa sin baño. Fuera no habíamos puertas, así que como no hubiera una puerta dentro de la habitación, esa noche y la mañana siguiente lo pasaría realmente mal. Tal y como me esperaba, llamaron a la puerta, esta vez era James.
-Siento no haber sido más atento, el baño está abajo.
-Oh gracias, me había asustado.
-Lo se, por eso he venido, venga baja al baño que se lo que estás deseando.
Mi cara comenzó a ponerse roja y James…para no perderla costumbres se estaba riendo. James me acompañó hasta abajo, sin embargo ninguno de los dos pronunció ninguna palabra. Al llegar abajo, vi a Fran sentado en el sofá leyendo un libró el cual no alcancé a ver el título. No tardé mucho en el baño. Al salir, Fran estaba en la misma posición y James tenía de nuevo una copa entre sus manos, estaba concentrado en algo pero aun así algo en mí me decía que sabía que yo estaba allí. De nuevo me tocó subir aquellas escaleras, sin embargo en esta ocasión no me costó tanto subirlas. Me tiré sobre la cama y enseguida me quedé dormida, había sido un día muy movido.
A la mañana siguiente, la claridad del sol me despertó, el día era nublado así que solo se podían observar unos leves rayos. Decidí vestirme en la habitación y antes de bajar cogí el móvil, tenía un mensaje de mi madre.

Hija ¿dónde estas? Bueno mejor dicho ¿dónde estáis? llámame rápido y explícamelo estamos todos muy preocupados, te quiero.

Por lo visto los demás tampoco habían regresado aun, seguirían teniendo la esperanza de encontrar a los profesores, quienes seguramente estarían cautivos junto con David. Quería llamar a mi madre pero ¿Qué la iba a decir? Debía inventarme algo, no podía decirle que los profesores estaban secuestrados por unos vampiros, era surrealista y mi madre no me creería. Mientras pensaba posibles mentiras, comenzó a vibrar el móvil. Era mi madre. ¿Lo cogía o no lo cogía? Después de darle muchas vueltas, finalmente pulsé el botón verde.
-¿Diga?
-¡Al! ¿Dónde estáis?-gritó histérica.
- Mamá tranquilízate.
-¿Cómo quieres que me tranquilice?
-Solo te puedo decir que no estoy con los demás.
-¿Qué? Alesana, ya me estás diciendo dónde estás.
-No te lo puedo decir, lo único que te puedo decir es que los demás aun están en Praga.
-Dime donde estás-dijo sollozando
-¡Mamá no puedo, no me vuelvas a llamar!-grité perdiendo los nervios.
-Pero hija…
-Tranquila, volveré a casa aunque no se cuando.
El silencio se adueñó del momento, ninguna de las dos decía nada, pero el móvil era capaz de captar su respiración acelerada. Finalmente habló.
-Entonces… solo me queda desearte buena suerte y que te cuides.
-Mamá no estés triste, ya te he dicho que voy a volver, adiós.
-Adiós hija.
Aquella conversación, aunque no lo parecía me dolió más a mi que a mi madre, porque le había dicho que volvería pero… ¿era eso cierto? Abrí la puerta y estaban James y Fran, ¿cuánto tiempo llevaban ahí? James me puso la mano sobre un hombro.
-Has hecho lo correcto.
Los dos tenían una leve sonrisa, parecían estar satisfechos con mi decisión, sin embargo aquella sonrisa no consiguieron contagiármela. Cada vez me metía en más líos, era increíble la facilidad con la que me equivocaba. Cerré la puerta a mis espaldas y sin decir nada comencé a bajar la escalera. Fran y James me seguían de cerca, cada uno a un lado, parecían unos guardaespaldas. Al llegar abajo, me dirigí al sofá, pero una mano me retuvo.
-Al, nos vamos ya.
-Oh vale, cogeré la maleta.
-No seas loca, no podemos viajar con la maleta.
Suspiré.
Los tres salimos por la puerta en el siguiente orden: James, Fran y por último yo.
No noté el cambio de temperatura, hacía casi el mismo frío dentro que fuera, lo único que cambió fue el paisaje. La casa, aunque poseía pocas habitaciones, era muy hogareña, poseía un calor humano difícil de percibir, sin embargo el paisaje de la ciudad era triste y desolador, parecía que nadie había pasado por allí durante años.

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