jueves, 14 de mayo de 2009

The Beginning (Part.1)

Como ya había supuesto, Inglaterra era un país frío y lluvioso, por suerte fui inteligente y fui bastante abrigada y con el paraguas en el equipaje de mano.

Londres era un ciudad triste, parecía perdía en el tiempo, quizás esa fue la razón por la que me enamoré de esa ciudad.

Sentí la mano fría de Fran sobre mi rostro, sus ojos ya no mostraban felicidad sino frialdad, Londres había apagado toda la buena energía que transmitía, jamás le había visto así, tenía miedo y no lo quería aceptar. Le cogí la mano y le sonreí demostrándole que estaba preparada para todo. Una pequeña sonrisa se dibujó en su cara, pero seguía sin ser él, no me gustaba verle así, quería ver al Fran loco y sonriente que hacía apenas unos días me había comenzado a hablar. Fran comprendió la mirada que le estaba echando y asintió, cambió su mano de tal manera que ahora él era el que me estaba agarrando a mí. Tiró de mí por toda la calle, no tenía idea de a donde íbamos y quería saberlo, intenté frenarme pero él tenía una fuerza increíble, y su velocidad la estaba controlando con tal que yo no saliera volando. No sabía que hacer para que parara así que opté por los más obvio: gritar.

-¡Fran para!

Se paró de inmediato y se giró para mirarme, en realidad todo el mundo me estaba mirando, mi grito fue demasiado exagerado, mirando a mí alrededor me di cuenta de que todo el mundo me estaba mirando, agaché la cabeza y me puse completamente roja.

-Al ¿estás bien?-preguntó preocupado.

-Si pero… no me hacías caso, y quiero hablar un momento contigo.

-Oh, lo siento-dijo arrepentido-¿de qué quieres hablar?

-¿A dónde vamos?

-A buscar a un amigo, que pensabas ¿qué íbamos a rescatar a David tu y yo solos?

No respondí.

-no me digas Al, por favor eso es… imposible. Son demasiados vampiros además, tu solo eres una humana.

Esta última frase la dijo con cierto tono de desprecio, y aunque tratara de demostrar lo contrario, me dolía que me tratara así. Le miré a los ojos, por su expresión supuse que no estaba orgulloso de lo que acababa de decir, pero no se equivocaba, todo era cierto.

-Venga, vamos a continuar.

Me volvió a coger de la mano, esta vez con más fuerza e íbamos bastante más rápido. No dije una palabra durante el camino, parecía que aquel grito me había dejado afónica, pero no era así, aun estaba pensando en aquella frase, tenía ganas de gritarle, de pegarle… sin embargo no hice nada.

No se cuanto tiempo duró el viaje, pero me pareció realmente largo aunque fuéramos a gran velocidad. Fran frenó en seco y por poco salgo volando, ya habíamos llegado. Era un edificio aparentemente nuevo, rodeado de rosales, pero tenía algo que… no me gustaba.

-Espera aquí un momento.

Fran fue hacia la puerta y llamó al timbre. Inmediatamente la puerta se abrió. ¿Ese amigo también era un vampiro? Me quedé esperando tal y como me dijo, no sabía a que clase de “persona” conocería.

La calle estaba desierta, no había ni un pequeño pájaro revoloteando alrededor de los árboles…Empecé a imaginarme el aspecto de David después de un año, se supone que siendo un vampiro tendría el mismo aspecto pero… tenía el presentimiento de que nada sería igual.

Fran salió del edificio con lentitud, como si tuviera todo el tiempo del mundo, y en el fondo así era, pero teníamos que salvar a David y no sabíamos cuanto tiempo aguantaría allí. Se acercó, me cogió la mano y dijo:

-Ven conmigo.

Agarrándome de la manó tiró de mí, en aquel momento parecía fuerte pero, en realidad, tenía miedo de lo que pudiera pasar. Entramos en el edificio, por dentro también sentía un ambiente un tanto extraño. Avanzamos por el pasillo hasta una amplia habitación llena de cuadros y un sofá de cuero negro al fondo. No quería soltarme de la mano de Fran, me sentía segura, tenía miedo de que me ocurriera algo que no pudiera contar más tarde. La puerta se cerró, me fijé en una figura esbelta de un hombre que estaba sentado en aquel sofá, tenía la cabeza agachada y una copa entre las manos con los dedos entrelazados.

-Acercaos.

Su voz era penetrante y madura, parecía que, a pesar de su aspecto que no aparentaba más de 25 años, había vivido autenticas calamidades durante toda su vida. Tal y como nos dijo nos acercamos, el paso de Fran era firme a pesar de no conocerle mucho, pero su mirada indicaba que le tenía cierto respeto. Fran parecía más maduro que nunca, entonces recorredlo que era ¿de verdad tenía 18 años o era verdad que le habían convertido hacía poco? No me dio tiempo a pensar más en ello, ya estábamos frente a él.

-¿Es ella?

-Si James, es ella.

- No la veo nada especial ¿cómo nos puede ayudar?

-Aun no lo se, pero David la llamó.

Puso la copa sobre una pequeña mesa situada cerca del sofá. Se levantó y, hasta ese momento no me había dado cuenta lo larga que era su melena púrpura. Se acercó a mí con paso elegante y me alzó la cabeza con su helada mano. Hacía tanto frío en aquel lugar que apenas notaba su mano, solo supe que me estaba tocando cuando una de sus afiladas uñas me rozó el cuello, jamás había tenido tanto miedo. Estaba segura de que él sintió mi terror, me quitó la mano y sonrió.

-Tranquila, no temas… no soy la persona más peligrosa con la que te vas a topar.

-Dice la verdad.

Por mucho que me lo hubiera asegurado Fran, mi miedo no se iba. Fran y aquel hombre que se hacía llamar James, me miraban fijamente y de repente empezaron a reírse a carcajadas.¿De qué se reían? No me parecía correcto que yo temiera por mi vida y ellos se rieran de mí. Mi cuerpo se fue relajando, mi enfado era tan grande que veía como el momento de mi muerte se alejaba por momentos, el enfado poco a poco se transformó en alivio conforme pasaban los segundos estaba cada vez más relajada. Fran me miró cuando ya me había calmado, pararon de reírse pero la sonrisa se mantuvo en aquellas caras tan… perfectas. Cualquiera se hubiera quedado embobada mirándoles pero yo tenía a otra persona en la cabeza: Miriam. No podía evitar echarla de menos, pero seguramente después de haberla dejado así, preocupándose por mí… pensaba que ya no había nada que hacer, me odiaría siempre por esa estupidez. Fran, al observar mi cara intuyó enseguida lo que me ocurría.

-No te preocupes por eso ahora, tienes cosas más importantes en las que pensar.

-Lo sé pero…

-Al, no te va a odiar por esto, te lo prometo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario