jueves, 24 de diciembre de 2009

Hi Friend (Part.3)

De pronto sentí algo frío en mi espalda, pensé que era James que se acercaba de nuevo a mí, pero no era así. Levanté la cabeza y me encontré con el torso de David a escasos milímetros de mí.

-Lamento haberte preocupado, pero no quería ponerte en peligro-me abrazó- lo he hecho por tu bien ¿me perdonas?

-¿Perdonar? No tengo nada que perdonarte, es más, debería ser al contrario, tendría que haber preguntado yo “¿me perdonas?”, me he preocupado por una tontería.

Nuestros amigos nos miraban sin perder detalle de la situación, como uno de los dos no aceptara las disculpas del otro pronto no saldríamos de allí nunca, pero mi orgullo era demasiado grande así que él fue el primero que se rindió. Dándome por satisfecha regresé con James y Hachi. Kyo pulsó un botón igual al de arriba y el suelo comenzó a ascender.

La habitación continuaba vacía, no había nadie y eso era bastante sospechoso ya que debían saber si o si que estábamos allí, pero nadie había ido a buscarnos. Nos mantuvimos todos en silencio, el único que se movió de su sitio fue de nuevo David. Quien cuidadosamente salió de la habitación. En esta ocasión no me preocupé, regresaría pronto. James me miró, su rostro se mostraba apacible al comprobar mi serenidad, parecía totalmente complacido por la decisión que había tomado, aun así dio un pequeño paso hacia mí.

-Ha ido a por Miriam, pronto estarán aquí.

-De eso estoy completamente segura.

-Me alegra que pienses así, ahora descansa un poco.

Estaba de acuerdo con él, la pesadez que sentía en la espalda se me hacía cada vez más grande a la hora de andar, además las piernas comenzaban a flaquearme. Sin pensármelo dos veces me senté en el mismo sitio donde, anteriormente, Kyo me había contado la historia de su hermano.

Al caminar hacia allí observé como un libro verde esmeralda sobresalía de uno de los estantes, sus letras brillantes que decían “Change” llamaron mi atención. Mi mano se acercaba al libro sola pero alguien me retuvo, David había regresado. Hachi estaba con Miriam quien parecía llevarse muy bien con el resto del grupo, hasta con Kyo, éste había cambiado su expresión seria por una más relajada. Los ojos brillantes de Miriam observaban fijamente mi pelo, vino corriendo hacia mí con los brazos abiertos. Sentí sus débiles brazos alrededor de mi cuerpo mientras unas débiles lágrimas humedecían mi cuello. Intentaba hacerme la fuerte peor como la cosa continuara así yo también me pondría a llorar, estaba realmente aterrada deque le hubiera podido ocurrir algo.

Sus sollozos se clavaban en mi corazón como puñales.

-¿Ha ocurrido algo?

-No sabes… cuanto miedo he pasado-dijo entrecortadamente.

-¿Por qué? Dime ¿qué ha ocurrido?

-Abajo había muchos magos… creía que no iba a salir de ahí viva… que me descubrirían.

Su cuerpo tembloroso me estremeció, sentía que ese miedo lo había causado yo. Sus palabras alarmaron a todos, Hachi miró a su padre con tristeza mientras Kyo se crujía los dedos, David fue el único capaz de disimular su nerviosismo. Se alejó de nosotros como si nada ocurriera, se paró junto a uno de los estantes llenos de libros y al sacar uno, una larga escalera descendió del techo. Era de madera, y parecía vieja, nada segura para subir por ella. Uno a uno mis compañeros fueron acercándose a la escalera y con cuidado fueron subiendo por ella. Cada paso que avanzaba hasta aquella vieja escalera sentía una punzada en la espalda, apenas tenía voluntad para caminar, el miedo me dominaba. Sentía mis manos heladas, el frío que notaba llegó a tal punto que hasta me dolían. Con la ayuda de David me sujeté con una mano con cuidado de no clavarme ninguna astilla, ahora solo tenía que subir pero mi cuerpo no se movía, ni si quiera escuchaba las palabras de mi amigo. David alarmado comenzó a empujarme hacia arriba, impulsándome para que subiera los peldaños, pero en uno de esos empujones mi cabeza dio contra la escalera. Aquel golpe me hizo reaccionar de manera brusca y mi manera de pensar cambió radicalmente., de repente comencé a subir aquella escalera rápidamente ignorando las astillas que podía clavarme.

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